Capítulo XVI
Preguntas elegantes
La búsqueda en pos de conseguir una entonación sugerente, una dicción especial, una voz elegante, singular y con personalidad, diferente a todas las demás, casi exclusiva, es una de las diversas metas que me propongo cuando investigo sobre la locución en general y que, profesionalmente, procuro activar en cada ocasión susceptible de poder aplicarla.
Esta actitud, también, me ha llevado a indagar sobre cómo configuramos inflexivamente –o sea, la estructura musical de nuestras frases, en definitiva, de nuestra voz– cuando tenemos que plantear preguntas, generalmente retóricas, en las que no esperamos una respuesta colectiva directa.
Una vez más –aunque soy consciente de la reiteración, y como no quiero que quede ninguna duda al respecto, lo repetiré varias veces a lo largo de varios capítulos– quiero insistir en que el objetivo de todo comunicador y locutor profesional es que su mensaje llegue a un receptor de la manera más incisiva posible, es decir, con altos índices de comprensión e intuición conceptual para el receptor final.
QUE EL MENSAJE LLEGUE
A tal fin, antes de entrar de lleno en la técnica que nos ocupa en el presente capítulo, debe quedar muy claro que no existe una sola manera de locutar ni de hablar, por supuesto, y que siempre que se cumpla el requisito básico de la comunicación, o sea, que el mensaje llegue, me atrevo a afirmar que cualquier estilo es válido.
Pero, afortunadamente, tanto los oyentes de radio y los espectadores de televisión, como el público receptor, en general, al que va dirigido un mensaje, percibe nítidamente qué emisor es más claro que otro, cuál es más elegante e, incluso, quién de ellos posee más personalidad comunicativa.
Este es el punto que me interesa, justo este; el que me permite activar técnicas —como la que trato a continuación— capaces de implementar ciertos matices a mi locución que la hace más singular y atractiva, más sugerente y creativa, más creíble y natural.
ELEGANCIA Y DISTINCIÓN
En el archivo de audio adjunto, podrá comprobar cómo, incluso, en nuestra vida real, la cotidiana, de manera automática activamos inflexiones diferentes para según qué situación o ambientes nos rodean.
En el ejemplo incluido, en el que un supuesto cliente de un restaurante cualquiera solicita que le traigan la cuenta al final de su comida, observará que si el citado restaurante es económico, asequible para cualquier bolsillo, la musicalidad es intensa, muy inflexiva y, generalmente, acompañada de un incremento en la intensidad del volumen del emisor que, en ocasiones, se asemeja a una pregunta de «tipo concurso» a la que solo queda añadir al final de la frase el típico modismo televisivo de… «¡tiempooooo!».
Por el contrario, ese mismo cliente, cuando repite la operación de solicitar la cuenta de su comida en un recinto gastronómico más selecto, más caro, entonces, automáticamente y con un volumen más cercano y controlado, la pregunta en cuestión se formula con menos intensidad musical, más equilibrada y controlada inflexivamente, o sea, con más elegancia y distinción.
PROGRESO CONSTANTE Y EFECTIVO
Estas acciones que de manera natural seleccionamos fuera del entorno puramente profesional son, precisamente, las que conscientemente tenemos que activar también en el ámbito de la comunicación pública o audiovisual. Y, como en tantas otras técnicas que ya hemos desarrollado en capítulos anteriores, se alcanza su dominio solamente si se entrena y practica con regularidad; unos pocos minutos al día serán suficientes para percibir un progreso constante y efectivo.
Escuche el audio adjunto y empiece a controlar sus picos inflexivos extremos; repita una y otra vez los ejercicios hasta que sea capaz de moderar la musicalidad de sus preguntas y, usted mismo, consiga ser el dueño integral del diseño sonoro de su voz.
Estos son los ejercicios que le incluyo en el archivo/enlace adjunto; comprobará que, en todos los casos, se incluye dos variantes para una misma frase o cuestión, la primera más coloquial, más inflexiva y musical; la segunda más controlada y equilibrada, con menor inflexión sonora y, por tanto, con una carga de elegancia y discreción mayor.